Nº 206
AHSRE Exp. 16-6-7 F. 133
Regeneración, Semanal
Revolucionario IV época, n° 25
25 de febrero de 1911, Los Angeles,
California
Francisco I. Madero es un traidor a
la causa de la libertad
Qué quiere Madero?
Quiere lo que ha querido
siempre: ser presidente de la República, esto es, estar en
condiciones de poder aumentar más todavía su enorme capital, pues
ese individuo es un millonario. Para conseguir su propósito, Madero
ha recurrido a toda clase de malas artes: el engaño, la adulación
de las masas, la intriga, la hipocresía y, por fin, el crimen,
porque crimen es tomar la parte del tirano para desarmar y aprisionar
a los defensores de la libertad.
Madero es un miserable
delator de los revolucionarios que luchan por los principios: la
prueba está en la aprehensión de Gabino Cano, por la denuncia que
hizo Madero a las autoridades federales de los Estados Unidos para
que cayese ese luchador tan sólo porque es liberal.
Aprovechándose Madero de
la circunstancia de estar presos en Estados Unidos algunos de los
miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal, y de andar los
demás perseguidos de cerca por la policía de México y de este
país, mandó agentes a todos los estados de la República con
instrucciones de conferenciar con los miembros del Partido Liberal, a
quienes se hizo creer que la Junta estaba de acuerdo con la campaña
política antirreeleccionista. La Junta no pudo protestar contra el
vil engaño, porque el dictador Porfirio Díaz había recomendado a
su aliado Taft que se nos tuviera incomunicados, como lo estuvimos en
efecto los tres años que duramos en la prisión de este país. El
engaño, pues, creció, creció mucho, y como no podíamos
desbaratarlo con nuestra negación desde el fondo de nuestros
calabozos, adquirió los caracteres de una cosa cierta. Lo curioso
era que, mientras los agentes secretos de Madero decían por todas
partes que el Partido Liberal estaba de acuerdo con sus trabajillos
políticos, la prensa pagada por éste no decía una sola palabra
acerca de la penosa situación en que nos encontrábamos, aplastados
por la fuerza combinada de los dos gobiernos: el norteamericano y el
mexicano. En los últimos cuatro años que duró la persecución
contra nosotros en este país, el público mexicano no supo nada de
lo que aquí acontecía, pues Madero había ordenado a sus periódicos
que callasen, que no hablasen nada sobre las infamias de que
estábamos siendo víctimas en un país extraño por defender la
libertad del pueblo mexicano.
La agitación liberal
Y sin embargo, si algún
éxito tuvo Madero en su agitación política se debió a dos cosas:
1a. A la vigorosa
propaganda que el Partido Liberal había iniciado desde el año de
1900, cuando ni siquiera se sabía que existía Francisco I. Madero,
y cuando se trabajaba en condiciones verdaderamente difíciles. Los
liberales comenzamos nuestros trabajos cuando todo el pueblo estaba
profundamente dormido y no se oía otra cosa que los cánticos
entonados al Héroe de la Paz. La tarea fue dura, sufrimos prisiones
y castigos inquisitoriales, muchos de los nuestros murieron en sus
calabozos o en las camas de los hospitales y a otros se les aplicó
la ley fuga. A pesar de todo, la obra de propaganda continuó con
creciente energía hasta que, a la vuelta de los años el pueblo
empezaba a despertar; pero no despertó porque la desabrida voz de
Madero le hubiera conmovido, pues a Madero no se le conocía, a no
ser en sus haciendas, donde esquilmaba a sus desventurados peones. El
pueblo despertó ante la energía de los liberales que le mostraban
la verdadera situación de México. Búsquense las coleeciones de
periódicos liberales de 1900 a 1908, y se verá que Madero era un
desconocido para la nación, pues solamente se oía hablar de él en
la región lagunera del estado de Coahuila.
2a. El éxito de Madero
se debió, igualmente, al miedo que sentía el gobierno por la
revolución con que lo tenía amagado el Partido Liberal. Porfirio
Díaz se vio precisado a dar facilidades y garantías a Madero para
su campaña electoral en vista de que el pueblo había despertado,
sacudido por la propaganda liberal y la acción de las armas de
nuestro partido desde el año de 1906. Por otra parte, gracias a la
agitación que iniciamos en todo el mundo para demostrar que Díaz
era un tirano, la opinión que de él se tenía en el extranjero fue
cambiando. Al principio se le consideraba en todas partes como
estadista modelo que hacía la felicidad del pueblo; pero nuestra
constancia hizo que esta opinión se volviera en su contra. Díaz
teme la opinión extranjera, y tuvo que dejar libre a Madero para que
hiciera la farsa de elección.
Terreno abonado
Madero encontró todo
listo para encumbrarse. Los sacrificios de todos los luchadores iban
a servirle a él con el simple gasto de unos cuantos miles de pesos,
que previamente había robado a sus desventurados peones, teniéndoles
como lo hacen todos los hacendados, a ración de hambre. Esa es la
acción que los papanatas aplauden: el que Madero haya gastado dinero
para armar gente. Ese dinero no era de Madero, sino de los
trabajadores a quienes explotaba, y por otra parte, ese dinero tendrá
que sacarlo de los bolsillos de los pobres si por desgracia llega a
ocupar la presidencia de la República.
Libres al fin
Cuando, gracias a la
agitación del elemento radical de esta nación, se vio forzado Taft
a dejarnos en libertad hace apenas un poco más de seis meses, nos
dimos cuenta de las engañifas de que se estaba valiendo Madero para
hacer que los liberales se adhirieran a él, e interpelamos a Madero
por medio de una comunicación oficial dirigida al mismo a San Luis
Potosí, sobre su actitud respecto del Partido Liberal. Madero
contestó que no admitía nuestro programa. A nuestro poder llegaban
consultas y más consultas sobre si los principios del maderismo eran
los mismos que los del Partido Liberal y si estábamos o no de
acuerdo con Madero para trabajar en contra del despotismo. Eso
provenía que los agentes de Madero continuaban, como continúan
actualmente haciéndolo, su obra de embaucamiento, diciendo a los
liberales que la Junta estaba de acuerdo con él. Tal engaño dio
por resultado que muchos liberales tomaran las armas a favor de
Madero, pues no teniendo noticia de nosotros porque Regeneración
no puede entrar en México, creían de buena fe lo que los agentes
del “presidente provisional” les decían.
El engaño continúa
Madero continúa
embaucando a los liberales. En el Dictamen Público de
Veracruz aparece con grandes encabezados que Francisco I. Madero y
Ricardo Flores Magón han lanzado un manifiesto a la nación mexicana
declarando que se han unido los dos partidos, y que Madero firma como
“presidente provisional” y yo como “vicepresidente”,
igualmente provisional. No sé si habrá circulado o no ese menguado
manifiesto; pero lo que sí es cierto, es que la noticia ha volado en
los periódicos de México por orden de Madero para que el público
continúe engañado y le preste al ambicioso político el apoyo que
necesita para llegar a la presidencia.
También ha hecho
circular la noticia de que José María Maytorena, un adinerado de
Sonora, es el “gobernador provisional” de ese estado, cuando por
Maderistas he sabido que Maytorena ha despachado a Madero con cajas
destempladas.
Yo no quiero ser
tirano
Yo no peleo por puestos
públicos. He recibido insinuaciones de muchos maderistas de buena
fe, pues que los hay, y bastantes, para que acepte algún cargo en el
llamado gobierno “provisional”, y el cargo que se me dice acepte
es el de vicepresidente de la república. Ante todo debo decir que
me repugnan los gobiernos. Estoy firmemente convecido de que no hay
ni podrá haber un gobierno bueno. Todos son malos, llámense
monarquías absolutas o constitucionales repúblicas. El gobierno es
tiranía porque coarta la libre iniciativa de los individuos y sólo
sirve para sostener un estado social impropio para el desarrollo
integral del ser humano. Los gobiernos son los guardines de los
intereses de las clases ricas y educadas, y los verdugos de los
santos derechos del proletariado. No quiero, pues, ser un tirano.
Soy un revolucionario y lo seré hasta el último aliento. Quiero
estar siempre al lado de mis hermanos los pobres para luchar por
ellos, y no al lado de los ricos ni de los políticos, que son
opresores de los pobres. En las filas del pueblo trabajador soy más
útil a la humanidad que sentado en un trono, rodeado de lacayos y de
politicastros. Si el pueblo tuviera algún día el pésimo gusto de
aclamarme para ser su gobernante, le diría: “Yo no nací para
verdugo. Busca a otro”.
La libertad económica
Lucho por la libertad
económica de los trabajadores. Mi ideal es que el hombre llegue a
poseer todo lo necesario para vivir sin tener que depender de ningún
amo, y creo, como todos los liberales de buena fue lo creen, que ha
llegado el momento de que los hombres de buena voluntad debemos dar
un paso hacia la verdadera libertad, arrebatando la tierra de las
garras de los ricos, inclusive Madero, para entregarla al legítimo
dueño de ella: el pueblo trabajador. Conseguido esto, el pueblo
será libre. Pero no lo será si eleva a Madero a la presidencia de
la República, porque ni Madero, ni ningún gobernante, se atreverán
a dar un paso de esa naturaleza y, si lo hicieran, los ricos se
levantarían en armas y una nueva revolución seguiría a la
presente. En esta revolución, en la que estamos contemplando y la
que tratamos de fomentar, debemos quitar la tierra a los ricos.
Madero espantado
Madero comprende cuales
son los fines del Partido Liberal, y por eso trata de aplastar el
movimiento liberal con tanta rabia como lo hace Díaz. El plan de
Madero es destruir el movimiento liberal para quedar dueño del
campo, derribar a Díaz y sentarse en el poder para continuar la obra
de Díaz, pues el “sufragio efectivo” es una de las más groseras
mentiras con que se adormece al pueblo. Con el hecho de firmar
boletas electorales no come el pueblo. Se necesita la conquista de
la tierra; mas como Madero es dueño de grandes propiedades
territoriales, se ve con disgusto la actitud revolucionaria del
Partido Liberal. Madero quiere seguir teniendo peones, quiere seguir
viviendo a expensas del sudor y del sufrimiento de los humildes.
Cuando interpelamos a Madero sobre su actitud acerca del Partido
Liberal en septiembre del año pasado, él nos contestó que no podía
aceptar el programa porque se retirarían de su partido muchos
“elementos valiosos”, los ricos. Tuvo la hipocresía de no decir
que él era un de los que se perjudicarían con la implantación del
programa en materia de tierras.
Madero es mocho
Tal vez todos no estén
al corriente de que Madero le ha ofrecido al clero no respetar las
Leyes de Reforma y dejarlos mangonear como les convenga. El clero de
Puebla dedicó misas para que la divinidad pusiera en libertad al
candidato cuando estaba preso en San Luis Potosí. El clero era otro
de los valiosos elementos que se retiraría de las filas de Madero si
adoptase el programa del Partido Liberal.
Fin
Como habeís visto,
compañeros, Francisco I. Madero, el fingido amigo del pueblo, lucha
contra los intereses del pueblo, pues se une al despotismo para
aplastar las columnas liberales.
Este asunto es serio,
bastante serio. Madero se ha descubierto: mientras sus agentes dicen
a los liberales que las causas son iguales, que el Partido Liberal
lucha al lado del maderismo. El “presidente provisional” aplasta
las columnas liberales simplemente porque los liberales luchamos por
el beneficio de las clases trabajadoras y en contra de los burgueses.
Los liberales estamos
luchando en condiciones verdaderamente excepcionales. No contamos en
nuestras filas con millonarios, ni contamos con el apoyo de los
banqueros norteamericanos, como sucede con Madero. Cada arma que
consigue un liberal representa muchos días de privaciones:
representa el sacrificio de una familia y el sacrificio de un hombre
que tiene que transportarse, como puede, al lugar de la lucha. Los
proletarios contribuyen con sus modestos recursos, privándose de
muchas cosas útiles, por fomentar el movimiento liberal. Todos los
humildes tienen puesta su esperanza en cada fusil de un luchador
liberal. De la bravura del luchador y la eficacia del fusil depende
la libertad de toda una raza; pero los elementos conseguidos a costa
de tantos sacrificios, los fusiles y los cartuchos comprados con las
monedas que se han sustraído al gasto diario de los hogares pobres,
son arrebatados por el millonario ambicioso que no quiere que el
pueblo se liberte de la cadena del capital ni del yugo autoritario.
Mexicanos: abrid bien los
ojos. ¿Por qué no quiere Madero que luche el Partido Liberal?
Porque el Partido Liberal lucha por los pobres, cuyos intereses son
opuestos a los de los ricos. El interés del rico es tener al pobre
sujeto al salario. El interés del pobre es librarse del salario y
vivir sin depender de un amo. El rico necesita que haya pobres, pues
de lo contrario el rico mismo tendría que trabajar, y por eso Madero
no quiere que triunfe el Partido Liberal, porque se acabarían los
pobres, esto es, los esclavos de los ricos.
A pesar de Madero, nuevas
columnas liberales siguen entrando en acción y cada vez es más
poderoso el movimiento netamente liberal.
Ayudad todos para que el
movimiento liberal llegue a predominar. La salvación no está
solamente en la caída de Díaz, sino en la transformación del
sistema político y social que actualmente impera, y esa
transformación no se opera por nuevo derrocamiento de un tirano para
que suba otro, sino por la negación del pretendido derecho del
capital a apropiarse de una parte de lo que producen los
trabajadores.
Mexicanos: vuestro
“presidente privisional” como él mismo se llama, ha comenzado a
dar golpes a la libertad. Qué sucederá cuando el “provisional”
llegue a ser efectivo? Recordad que en estos momentos en el
campamento de Francisco I. Madero se encuentra prisionero un noble
anciano que no ha cometido otro crimen que luchar por vuestro
bienestar.
Ricardo Flores Magón
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