N° 118
AHSRE L-E-929 F. 228
Revolución,
Semanario Liberal, Los Angeles, California
n° 15, año I, 21 de
septiembre de 1907
“Las intrigas de
Porfirio”
Ampliando la información
que incompletamente dimos a nuestros lectores y amigos, en nuestro
número pasado, la continuación ahora:
El Sr. Lic. Job Harriman,
abogado socialista, ha emprendido con noble empeño la defensa de
nuestros amigos. Al Sr. Harriman ayuda también el Sr. Holston,
también abogado socialista, nombrado por el Club Socialista de Los
Ángeles, tanto para la defensa como para la acusación de los
polizontes que violando las leyes procedieron contra los presos sin
orden ninguna.
El Gobernador de Missouri
pidió la extradición de los presos debido a la acusación que por
difamación tenía presentada el testaferro y famoso GRAN GENERAL DE
SONORA IZABAL, el famoso Don Greene. La extradición fue pedida al
Gobernador de California y este Gobernador se negó a otorgarla. Por
este lado la Vieja Bestia ha recibido una bofetada en el hocico,
porque tenía por seguro que los presos serian mandados a Missouri,
de donde serían fácilmente extraditados a México. El Viejo Idiota
ha pagado millones de pesos a los esbirros perseguidores y todo le ha
salido en contra.
Cuando fueron reducidos a
prisión nuestros amigos, se encontraba aquí el espía Creel. Los
reporters de los periódicos fueron a entrevistarlo y dijo que
había venido a este lugar para comprar nopales sin espinas, y que
los presos Flores Magón, Villarreal y Rivera no le importaban a él
para nada. Ahora resulta que, después que fue negada la extradición
por el Gobernador de California, el Consulillo de aquel roñosillo
Lozano y Castro, presentó una acusación contra los presos, jurando
que D. Enrique Creel le había dicho que los presos se habían robado
veinticinco pesos y habían matado a un desconocido en Jiménez,
Coahuila, en Septiembre del año pasado. El affidavit en que el
Cónsul hace constar su acusación, está hecho en los días en que
Creel estuvo aquí y fue hecho para presentarlo el día que les fue
concedida a los presos la audiencia de amparo, es decir el affidavit
estaba listo para presentarlo en caso de que fueran amparados los
presos. Por lo que se ve, a esto precisamente vino Creel y si él
afirmó a los reporters que vino a buscar a nopales, lo que
hizo fue añadir una mentira más a las que tiene por costumbre decir
todos los días. Creel da la prueba que es un mentiroso.
La acusación fue
presentada por el Cónsul el día en que debían salir libres los
presos, porque se negaba la extradición, así que después de esto,
se hizo cargo de ellos el Marshall, es decir la autoridad Federal.
Como consecuencia de esto, fueron trasladados a la cárcel del
Condado, donde son tratados con alguna humanidad. En la cárcel
Municipal fueron tratados los presos con toda la crueldad posible. D.
Librado Rivera estuvo enfermo de disentería y solo podía comer un
poco de pan y beber agua. Se enfermó del estómago y pedía tres o
cuatro veces diarias al médico, pero nunca le concedieron que lo
viera. Los policías insultaban a los presos. Porfirio debe estar muy
contento por este lado debido al celo con que lo han servido aquí.
Como saben nuestros
lectores y amigos, los cargos de Jiménez fueron hechos ante la Corte
de San Antonio, Texas, contra algunos correligionarios nuestros y
fueron absueltos, porque la Corte de Texas declaró que los
revolucionarios que habían entregado a Jiménez lo habían hecho con
carácter enteramente político y que por consiguiente no había
delito que perseguir en ellos.
De cualquier manera, ya
Porfirio se ha descarado y si antes se ocultaban detrás de la
acusación de Green, ahora pide cínicamente que los presos sean
mandados a México. La conducta de Porfirio ha causado indignación y
burla. Un periódico (Los Ángeles “Record”) dice que Porfirio es
un títere-farsante de ópera-bufa; también los periódicos de
Missouri le han llamado Payaso. Dice el “Record” que Porfirio
hace tres cargos contra los presos: uno que se robaron veinticinco
pesos, otro que mataron a un desconocido y el otro que escupieron en
las banquetas de la ciudad de México; que los dos primeros cargos es
fácil que vuelen, por estúpidos; pero que el tercero, de HABER
ESCUPIDO EN LAS BANQUETAS, ese sí es terrible.
Como decíamos, también,
en nuestro número pasado, los abogados de Porfirio (que le cuestan
miles de pesos al pueblo mexicano sin que ese pueblo haya consentido
nunca en que ese dinero se gaste en estas histrionadas) estuvieron en
el Tucson, donde el fantoche Elías y el Distric Attorney les dieron
largas conferencias. En estas entrevistas se ha de haber arreglado ya
el pastel para un nuevo cargo, en el seguro caso de que salgan
absueltos de los cargos de que ahora están acusados.
Porfirio está bailando
son brasas y no es difícil que resulte que se le quemen los
huaraches y luego se le tuesten las patas. Cada bribonada más que
intenta sólo servirá para aumentar su desprestigio que ya llega a
las últimas.
Aquí, en los Estados
Unidos, sólo protegen a Porfirio las sanguijuelas de Wall Street, de
Nueva York, es decir todos los capitalistas de manejo sucio que
tienen las factorías de esclavitud en México y que esto les produce
buenos dividendos; pero también estas santígüelas están ahora en
derrota, pues hasta Roosevelt, que es amigo de ellos, se ha visto
obligado a perseguirlos, así que ahora sólo Porfirio les da
albergue y protección a todo lo que sea bandidaje y picardía.
Bamboleándose los de Wall Street, también tiene que bambolearse su
lacayo Porfirio.
El pueblo americano se ha
dado cuenta del insulto que se le quiere hacer por un histrión
sanguinario y ha conseguido el primer triunfo en la denegación de la
extradición; no tardarán en venir otros, y luego el castigo que se
tiene bien merecido la canalla.
En Los Ángeles se
publica un periódico, “The Los Angeles Times”; este periódico
es el más imbécil enemigo que tiene la clase trabajadora; está
dirigido por un viejo que le dicen “General” y dice él que se
llama Otis, pero su verdadero nombre es otro. Este es, según la
prensa americana, el valiente “General” que se escondió detrás
de una mula muerta en la sangrienta batalla de Coloacán en las
Filipinas. Tiene la monotonía el “General” de no gustarle los
automóviles y los conductores de automóviles de esta ciudad se
burlan de él, pasando por su casa y soplándole los pitos y
bufándole con las sirenas, hasta que lo hacen echar espuma de coraje
como los sapos. Este otro viejo idiota también ha insultado a
nuestros amigos, llamándoles bandidos, ladrones, asesinos, etc.,
etc. No hay que extrañarlo: es su oficio. En otro tiempo también
decía que Porfirio sólo sabía usar calzoncillos y que el Cónsul
de aquí, Lozano y Castro, nomás sabía comer frijoles. Ahora dice
que Porfirio no es tan malejo. Hay también aquí otro periódico
cuyo dueño obtuvo grandes concesiones de terrenos en México y de
este modo se callan los hocicos; pero a pesar de todo, hay aquí
prensa honrada y es la que se ha encargado de pintar a Porfirio como
es.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario