Nº 264
AHSRE EXP. 16-6-8 F. 149
Regeneración, Semanal
Revolucionario, IV época, n° 47
22 de julio de 1911, Los Angeles,
California
“A ayudar”
El lunes 10 de este mes,
por la mañana, me dirigía a la Corte federal a responder del cargo
que tenemos encima de fomentar una revolución contra los bandidos
del Capital y de la política, cuando me salieron al frente los
polizontes federales diciendo que tenían una nueva orden de arresto
contra mí. Cargaron conmigo a la cárcel y quedé otra vez bajo las
garras de Taft, de Madero y de los vampiros de Wall Street.
Dos nuevas acusaciones,
tan infundadas como la primera, tan absurdas que sólo se explica que
hayan sido formuladas por el deseo de tenernos presos a todo trance,
pesan sobre nosotros. La primera fue retirada y tal vez en estos
momentos se esté “fabricando” alguna nueva acusación para
retirar la segunda y tener un pretexto para un nuevo arresto.
Con grandes dificultades
pude salir bajo fianza esta segunda vez. Se me pedían diez mil pesos
de fianza... cuando no tengo ni en qué caerme muerto, cuando la
mañana de mi arresto no había un centavo en mi humilde hogar para
cocinar siquiera frijoles. Nueve días estuve esta vez en la cárcel,
hasta que nuestro abogado Job Harriman después de tremenda lucha con
los fiscales de la Corte federal, logró que se redujera la fianza
mía a cinco mil dólares. Las abnegadas amigas nuestras, Sras. C.V.
de Laurenzana y J.A. Corker, dieron desde luego sus firmas para
ponernos en libertad a Librado Rivera y a mí, el 18 de este mes.
Quedan aún en la cárcel mi hermano Enrique y Anselmo L. Figueroa,
pues por más que nos esforzamos por conseguir fiadores, no
encontramos personas que nos ayuden en ese sentido: todos nuestros
amigos son pobres.
Las fianzas, para Enrique
y Anselmo, están fijadas en dos mil quinientos pesos cada una. Si
cada lector de Regeneración enviase un peso a esta oficina,
podríamos, por ese medio, reunir una cantidad de importancia que
dedicaríamos exclusivamente para las fianzas. De esa manera,
podíamos dar fianzas en el acto que se presentase una nueva
acusación, pues hay que tener en cuenta que nuestros enemigos no
duermen pensando en la manera de tenernos toda la vida en los
presidios para restar al movimiento mexicano nuestra modesta, pero
sincera cooperación.
El compañero Antonio de
P. Araujo, sobre quien pesan cargos idénticos a los nuestros, ha
tenido la buena suerte de esquivar la manaza de los esbirros, y
continúa trabajando sin descanso por el Partido Liberal Mexicano.
La situación financiera
es bastante crítica. Regeneración corre grave peligros de
morir, si los compañeros y simpatizadores no se aprestan a evitar la
muerte del periódico. Pensemos, compañeros, en que sería doloroso
que el periódico muriera por falta de fondos. Cuánto mejor sería
que Regeneración muriera gloriosamente, en plena lucha,
aplastado por las pezuñas de los tiranos!
Sí, compañeros; si
Regeneración ha de morir por falta de vuestra asistencia,
preferible sería que nos pusieron en presidio, que se decretase
brutalmente la desaparición del periódico, porque al menos, de esa
manera, no habría recibido la muerte por la indiferencia de los
pobres, sino que expiraría gallardamente como un noble luchador bajo
las garras y los colmillos de burgueses y tiranos.
Para demostrar la pureza
con que manejamos los fondos, desde el número de la semana entrante
comenzaremos a publicar un balance de entradas y salidas de dinero,
pues no faltan personas de mala fe que aseguran que nos damos la gran
vida, que derrochamos grandes cantidades de dinero, que estamos
robando a los trabajadores, que somos unos canallas redomados, unos
bandidos y no sabemos qué cosas más.
A ayudar, compañeros.
Ricardo Flores Magón
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