Oficio del Cónsul de México en Calexico, California, a destinatario no identificado


Nº 231
ASHRE L-E-862 (4) FF. 26 y 27
Consulado de México
Calexico, California, 14 de abril de 1911
RESERVADA.

Oficio del Cónsul de México en Calexico, California, a destinatario no identificado

Asunto: Ataque de las fuerzas de Stanley Williams, quien resultó muerto, en el valle de Mexicali.

En mi despacho 781 165, reservado, tuve la honra de informar a usted de la llegada del señor Coronel don Miguel Mayol, con las fuerzas de su mando, al valle de Mexicali, acampando la tarde del día 7 a unas cinco millas al Sud Oeste de aquella villa, frente al rancho de Little. Asimismo dí a usted cuenta del satisfactorio arreglo del envío de víveres para aquellas fuerzas, en cumplimiento de la súplica hecha por el citado señor Mayol, sobre el particular.
Al día siguiente, y de una manera inesperada, la banda de filibusteros americanos al mando del cabecilla Stanley Williams salió de Mexicali como a las diez de la mañana. Aproximadamente eran unos noventa hombres, montados como la tercera parte y el resto a pie. Se llevaron consigo varios carros cargados con provisiones, carros que habían robado el día anterior en los ranchos americanos de su tránsito de Algodones a Mexicali. La salida de esta partida, se asegura, fue contra la voluntad del cabecilla Vázquez Salinas, quien quedó en Mexicali con unos cuarenta o cincuenta hombres.
Stanley Williams con su gente se dirigió violentamente hacia el Rancho de Little a atacar a las fuerzas del Señor Mayol, probablemente aprovechando la circunstancia de que un destacamento de las fuerzas citadas había venido a la frontera para escoltar un convoy de provisiones que de aquí se le había enviado. Desde como las once de la mañana se encontraron los filibusteros con las fuerzas federales, entablándose un reñido combate, siendo rechazados los filibusteros en las dos ocasiones en que atacaron a nuestras tropas. A pesar de que los filibusteros conocían el terreno, que por sus accidentes y naturaleza especial les daba ventaja, nuestros soldados se portaron con el valor que les es característico y rechazaron por completo a los filibusteros, que se replegaron a Mexicali, dejando en el campo algunos de los carros que llevaban, y bastantes despojos. Sus muertos y heridos los recogieron en un carro que habilitaron de ambulancia. No ha sido posible, por circunstancia, saber el número exacto de las bajas que sufrieron los filibusteros, aunque al principio se hizo ascender a unos veinte muertos y como diez heridos, además de los desertores que cruzaron para Estados Unidos, algunos de los cuales fueron detenidos por los centinelas americanos.
Entre los heridos se encontró el cabecilla Stanley Williams, quien recibió un balazo en la parte posterior de la cabeza, como resultado de lo cual murió al día siguiente.
De nuestra parte hubo doce muertos y once heridos, algunos de estos levemente, según se me ha informado.
La muerte de Williams y el resultado de su intento de romper las lineas federales, quizá con el propósito de marchar hacia Ensenada, teniendo en cuenta la impedimenta con que salió de Mexicali, desmoralizó por completo a los revoltosos, filibusteros y simpatizadores. Se cree aquí que el señor Mayol habría acabado con los filibusteros si los hubiera perseguido para completar la derrota y quizás tomar Mexicali esa misma noche.
A pesar de que los revoltosos pretenden tener cirujano que atienda a los heridos, Williams fue traído a Calexico para su curación y, según se asegura, los médicos militares americanos fueron los que enviaron por él. Para hacer, probablemente, menos notable esta extraña conducta también se trajo a un herido revoltoso mexicano, quien continúa curándose aquí de la herida que recibió en la espalda.
Menciono especialmente este hecho, porque tiene marcado contraste con las dificultades y trabas que se pusieron para la traslación de los heridos federales, de que más adelante tendré la honra de ocuparme.
En una carta de que el señor Mayol se sirvió dirigirme la tarde del día 8, me indica que hasta el momento en que me escribe, aún no termina el combate y que tenía cuatro heridos. Sin embargo, no menciona, como se servirá ver usted en la copia respectiva, sus deseos de enviar esos heridos acá para su atención médica. Por lo tanto me causó sorpresa que la mañana del domingo 9 se me presentaran los señores J.N. Gortner, Thos. Buley, quienes como miembros de la Cruz Roja prestaron en febrero último, valiosos servicios en favor de los soldados federales heridos en el encuentro del señor Coronel Vega y los sediciosos el 15 de ese mes. Dichos señores Gortner y Buley me informaron que el señor Juez Lira y Lira les había indicado que el señor Mayol deseaba que sus heridos fueran traídos a Calexico para su mejor atención.

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