N° 121
AHSRE L-E-929 F. 288
Revolución,
Semanario Liberal, Los Angeles, California.
I año, n° 17, 12 de
octubre de 1907.
¡Abajo el despotismo!
Los esbirros de Díaz han
creído disolver el Partido Liberal Mexicano, arrestando en Los
Ángeles, California, a los liberales mexicanos, Ricardo Flores
Magón, Librado Rivera, Modesto Díaz y Antonio Villarreal. No saben
los muy canallas que aunque los principales miembros del Partido sean
confinados a los horribles presidios de la patria Azteca, cada uno de
los liberales (que son muchos) pueden seguir la labor iniciada y ya
casi verificada, por la libertad del esclavo o de allende el Bravo.
Qué chasco se ha llevado
el Dictador si creyó terminada nuestra tarea.
Los dignos mexicanos,
residentes en Los Ángeles, Cal., han ido a la corte acompañando a
los reos que, hollando las flores que señoritas mexicanas arrojaban
a su paso, marchaban con las cabezas erguidas y con la tranquilidad
de las conciencias honradas.
El noble pueblo americano
se unió también a los perseguidos liberales, y el día 27 de
Agosto, no parecía que en la corte de Los Ángeles se juzgaba a
cuatro reos, sino que se coronaba a cuatro héroes.
En San Louis Mo., apenas
llegadas las noticias de Los Ángeles, la Unión Obrera (que forman
más de ocho mil ciudadanos americanos) ofreció ayuda y protección
a los perseguidos.
En primer mitin para este
fin fue celebrado en Uash St. el día primero de Septiembre, y se
acordó que la historia de los revolucionarios mexicanos sería
publicada en los periódicos de la Unión y que se enviarían
telegramas a Washington protestando contra las injusticias del
Gobierno de México y acusando de déspota a Porfirio Díaz.
Nosotros, los liberales
de México, no debemos retroceder un solo paso. Nuestra lucha debe
ser incansable hasta terminar con la tiranía, con esa vetusta
tiranía que se embriaga de sangre humana y que bajo el seudónimo de
Paz, ese feroz mito de nuestra Patria, desgarra vientres y rompe
cráneos.
¡Ah! El despotismo de
Porfirio Díaz, no funciona solamente en México; es una red que se
extiende hasta la América del Norte para aniquilarnos.
Y pensar que el Gobierno
de esta Patria permite que su Constitución sea ultrajada por un
tirano odioso, por un famélico de sangre humana.
Porque ultrajar a la
Constitución de este país, es acusar a ciudadanos honrados de
crímenes que no cometieron; y pedir (y conseguir) que se castiguen
según las leyes que en realidad no existen.
Nosotros hemos venido a
esta Patria en busca de libertad y Justicia y, ¿por qué no decirlo?
en esta Patria también hemos buscado en vano justicia.
¿En dónde está la
justicia, en dónde la libertad? Es amargo decirlo, pero es cierto;
no existe en el mundo.
Las hordas devastadoras
del Alarico mexicano han llegado a esta Patria y los vampiros del
Norte, las insaciables de la conquista, los amontonadores de oro; los
que se han apoderado de California, de Arizona, de Texas, les han
dado la bienvenida.
Hurra por los vendedores
de la Patria mexicana.
Hurra por los que
pisotean la ley.
Son ellos, son los
próceres que se abrazan estrechamente, somos notros, los proletarios
a quienes persiguen.
Y así el Gobierno de
esta América atiende a las criminales maquinaciones de los déspotas
de México, y el pueblo americano, celebra para proteger a los
liberales.
A los liberales se les
acusa de libelistas. ¡Seguro que han de ser libelistas! ¿Acaso van
a presentar pruebas o evidencia para justificase ante los jueces? No,
ellos las han presentado ante el desnudo y hambriento populacho.
Susurrad al oído de
Porfirio Díaz versos como los de Horacio y Virgilio; arrulladlo con
alabanzas a su dios y a su reino; decidle que es el mejor estadista
del mundo civilizado y seréis coronados; pero id a la tribuna con
las rugientes expresiones de Mirabeau, hablad ante el populacho con
el verso literario de Víctor Hugo, escribid los divinos libelos (?)
de Dante o los sarcasmos de Voltaire y nuestra hiena de Tuxtepec
rugirá desaforadamente: La guillotina, la guillotina.
Este grito es el que ha
traspasado las fronteras de México; este grito devastador y salvaje
ha vibrado en América del Norte.
La persecución ha sido
sangrienta y será interminable.
Después del plagio de
Manuel Sarabia, vergonzoso para los déspotas de México, ultrajante
para esta Nación. Teodoro Rooselvelt no debería permitir que los
liberales mexicanos fueran nuevamente e injustamente perseguidos;
porque bien sabe el Presidente americano, que los liberales mexicanos
emigrados a este país, no son más que refugiados políticos.
Pero ya que la
persecución es inevitable, ¿Qué nos resta por hacer a los
liberales? Pelear honradamente y frente a frente contra nuestro
gobierno quien no conoce la honradez?
No claudiquemos, no
esperemos. Las quejas de todos los liberales no encontraran apoyo ni
en Chapultepec ni en la Casa Blanca.
Esperar más es apoyar la
tiranía después de todo lo que ha pasado.
Obrar inmediatamente: he
aquí el deber.
Si la revolución es un
imposible, si una lucha franca y honrada no haría progresar la causa
de la libertad; en el caso extremo en que nos encontremos no es una
afrenta, no es una cobardía, no es un crimen asesinar a Porfirio
Díaz.
¿Quién de los liberales
es capaz de volar los palacios del Dictador?
¿Es a la ley a la que se
ataca? ¿Es a la humanidad? ¿Es a la justicia? ¿Es a la libertad?
¿Es al Gobierno? ¿Es a la Constitución de México? ¡No!
Porfirio Díaz está en
contra de la ley de la humanidad, de la justicia, de la libertad y de
la Constitución de México.
Después de Maximiliano
Usurpador, Juárez Reformador. Después de Porfirio dictador, los
esclavos de México no obedecerán a ningún amo ni se humillarán
ante los déspotas.
El pueblo vencedor,
pueblo fuerte ¿Sabéis cómo se vence a los tiranos? Cortándoles la
cabeza. Si la salvación de México depende de la muerte de un
tirano, salvad a México, Liberales!
Abajo el despotismo.
Andrea Villarreal González
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